15 sept 2006

Aes + F - Last Riot


Exposición

last riot, AES+F, galería salvador díaz
madrid 14/09/06-28/10/06

La primera vez que contemplé una obra del equipo artístico AES+F -Tatiana Arzamasova (1955), Lev Evzovich (1958), Evgeny Svyatsky (1957) y Vladimir Fridkes (1957)- fue en ARCO. Y allí, como sabrán, una de las mayores dificultades es detenerse a mirar, en medio del ciclónico movimiento compulsivo que invade a todos. La inercia propia de las ferias de arte es como la rampa helicoidal del Guggenheim de Nueva York: te empuja a continuar sin freno, prácticamente te escupe de una obra a otra, con la misma necesidad frenética que nos suscita un fast-food. Y, sin embargo, ya digo, con algunas de las obras de AES+F me detuve. Y viajé en el tiempo. A aquel verano de 1999 –efectivamente, no a este último verano- que pasé en Florencia (con la excusa de unas prácticas de restauración, un intrusismo en toda regla). No me retrotraigo al verano en sí; más bien a las muchas tardes que, con una acreditación falsa, conseguía entrar sin pagar –unas dieciséis veces en total- a la galería de los Uffizzi. Allí me dejaba embelesar por el Nacimiento de Venus –imaginando cada vez que el sonido monocorde del aire acondicionado era el céfiro que mecía las doradas guedejas de la diosa- y por algún maravilloso Bronzino.

Con estas obras –ahora podemos ver una interesante selección en la Galería Salvador Díaz de Madrid- retrocedo exactamente hasta el Tondo Doni (Miguel Ángel) que representa a la Sagrada Familia y se conserva también en los Uffizzi. El paralelismo es exacto; hay un clasicismo reconocible en las poses –manieristas, de un esteticismo denso-, y el modo de componer sigue los mismos patrones –las figuras humanas de primer término dibujan invisibles esquemas simétricos y compensados; otras figuras más reducidas conforman el paisaje-. Si rebuscamos en nuestras polvorientas enciclopedias de arte (las últimas en papel, ya verán) resultará que nos toparemos con muchos Guidorenis, Caravaggios, Carracis, Botticellis… fácilmente asimilables a los modelos de AES+F. Porque no se trata de una relectura sutil, sino de un guiño descarado. No olvidemos que este equipo artístico saltó a la palestra mediática gracias a que una serie de fotos se hizo famosa en internet y circuló a gran velocidad de un mail a otro, y ello debido a una serie de imágenes de significado evidente. Los de AES+F no son suaves en sus formas, pero funcionan.

Consiguen que la frialdad propia del paisaje virtual quede equilibrada por una cálida y sugerente pseudomitología; en algún momento –y pensando que esto fuese pintura- se puede pensar en Neo Rauch y esa ilógica conexión de elementos en horizontes yertos, aunque me temo que carecen realmente de la suculenta complejidad del alemán que menciono (sin embargo, Rauch y estos artistas rusos tienen como referencia el realismo soviético). En estos medallones y panoramas, impresos en tela y barnizados como si se tratase de óleos, lo que hay fundamentalmente es un virtuosismo rayano en el alarde. Las fotografías son extremadamente nítidas e impolutas –desde luego una virtud renacentista más, pues no hay aún la atmósfera velazqueña lógica de los segundos y terceros planos-, y la ordenación última –via photoshop y otras herramientas cotidianas- es sencillamente perfecta.

Un poco más nervioso me pone esa iconografía de violencia congelada. A pesar de que no hay sangre por ningún lado (una guerra limpia casi sacada de un videojuego, como admiten estos artistas), reconozco a esa generación ESO –o como quiera que sean sus homónimos de otras latitudes- que ha convertido el lenguaje en una sarta de signos atropellados –via SMS- y que disfruta del espectáculo de la violencia con una parsimonia peligrosa. Estos jovencitos –la mayoría delgadísimos y níveos- son de una belleza aniquiladora, innoble, desconocedores de la pesadumbre de sus actos (los de AES+F los definen como ángeles, con algo del erotismo asexuado autosuficiente de la iconografía tradicional). Veo demasiada verdad en estos cuadros (por muy amanerados y artificiosos que sean), pues reconozco a la sociedad que ha engendrado a estos seres ya extraños para los demás, y a los que tenemos miedo.

Los héroes de esta nueva época tan sólo tienen una identidad: la identidad del rebelde de la última insurrección. La última rebelión, en la que todos luchan contra todos y contra sí mismos, donde ya no hay diferencia entre víctima y agresor, masculino y femenino. El nuevo mundo celebra el fin de la ideología, la historia y la ética.” AES+F


Publicado originalmente en lafresa.org, 2006.