20 jul 2009

La Torre de Wim Delvoye


Exposición: Wim Delvoye. Torre. Peggy Guggenheim Collection, Venecia. Hasta el 22/11/2009.

Si Adolf Loos levantara la cabeza, repetiría su enérgica sentencia: El ornamento es excremento. Recordemos que el eminente arquitecto austríaco y nacionalizado checoslovaco preconizaba una ruptura absoluta con los historicismos y proponía una modernidad en la que necesariamente se pasaba por la desornamentación, tal y como aseveraba en Ornamento y Delito (1908). Y llega Wim Delvoye a poner la guinda en la ciudad más excesiva del mundo, la Serenissima, una fantasía construida sobre ciento veinte islas y decorada al extremo. A Venecia, si algo le hace poca falta, es un poco más de gótico. Y allí se yergue, a la ribera del Gran Canal, esta torre fastuosa de diez metros de altura.

A Wim Delvoye se le conoce por chirriar ruidosamente en las ferias de arte y protagonizar más de un corte informativo, como les pasa en general a los gamberros tal que Banksy, Jeff Koons o Damien Hirst. Antes de que todo el mundo apreciara el televisado de sus cerdos tatuados, yo había tenido la oportunidad de ver algunos de sus Gothic Works en un par de ediciones de ARCO, como la hormigonera de cemento. Y conocía las impresionantes Caterpillars, obras todas en las que el ornamento sin duda obtiene el beneplácito para extenderse por toda superficie. Y a raíz de visitar esta instalación en el Museo de Peggy Guggenheim en Venecia y olfatear algo de su bibliografía en la librería me he sorprendido de nuevo boquiabierto con los Anal Kisses -literalmente, besos anales estampados con carmín en servilletas y folios con membrete- o el extenso catálogo de sus Early works -ya que Delvoye ha editado la colección de sus dibujos infantiles entre 1968 y 1971-. De manera que instalar una torre gótico flamígero en la terraza del Palazzo Venier dei Leoni parece un acto de extrema delicadeza.



La estructura, que a los que hemos recorrido las tripas de la torre Eiffel nos retrotrae a los años de aquella nueva arquitectura del hierro, está soldada a partir de pequeñas piezas de acero cortado a láser y posee un acertadísimo acabado en óxido que hace más veraz su impronta. Está claro que Delvoye trabaja con prototipos informáticos, demostrando grandes habilidades como ingeniero del pasado. Esta línea de trabajo se manifiesta como recurrente desde 1990, cuando lleva a cabo su primera hormigonera ornada de motivos neobarrocos, y se plantea en solución de continuidad hasta el gran trailer que presentó en Art Basel 2007 o las torres previstas para Basel y Moscú. Como en la inquietud de aquellos pintores flamencos, Delvoye surca la intención de una arquitectura imposible, algo que ya apenas podemos vislumbrar en alguna que otra procesión del Corpus Christi, y que para el público de Arte Contemporáneo no es sino una divertida excentricidad.





Fotografías de Pedro Alarcón por cortesía de Peggy Guggenheim Collection.



www.wimdelvoye.be

www.guggenheim-venice.it






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18 jul 2009

COMING SOON: BIENNALE DI VENEZIA 2009


Tengo como cuatro gigas de fotografías tomadas compulsivamente, mil anotaciones y el recuerdo de un calor pegajoso que apenas importaba ante la excitación de regresar diez años después a la Bienal... Pero apenas tengo tiempo para más, ahora que preparo mis otras excursiones para este intenso mes de julio. Así que habrá que esperar un poco para que ordene mis ideas...



Fotografía de Pedro Alarcón por cortesía de Biennale di Venezia.



www.labiennale.org



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10 jul 2009

Elegidos para la Gloria - Matías Sánchez


EXPOSICIÓN: Elegidos para la gloria. Matías Sánchez. Cacmálaga, hasta 15/11/2009.


Los que conocemos la trayectoria de Matías Sánchez y nos vimos cautivados por su forma primigenia, tan narrativa y tan icónica, de pintar, es posible que podamos sufrir un breve episodio de emborronamiento; al enfrentarnos a las grandes telas que exhibe en el Cacmálaga -una oportunidad más que merecida- se nos ha obligado a darnos de bruces contra una pintura mucho más pintura, en la que pesan menos aquellos grafismos por los que se reconocía uno en la quinta -la afinidad con los mortadelos como principal enseña- y se llega, casi a empujones, al garabato o al monigote. Matías es mucho más basquiat y menos mortadelo, algo que se puede deducir en una lectura simplista -por la que de forma obligada hay que pasar- que se hace palpable por el trazo descuidado y chorreante.

También es menos barroco, y no ya en el sentido abigarrado al que cualquiera puede recurrir si refresca en la memoria sus exposiciones en Begoña Malone de hace unos años; también en cuanto que prescinde de las filacterias, antes tan adecuadas para hacer legible su obra, o el tono inmortal que asediaba sus telas a modo de panegírico. Sema D´Acosta veía una singular retroalimentación entre Matías -sevillano, alemán sólo de nacimiento- y el excelente Valdés Leal: Hay una trabazón común que anuda la moraleja de sus admoniciones. hay un hálito eterno, un tono subliminal contracorriente, un vahído inmortal que da rotundidad a sus mensajes compartidos [1]. Y, al menos en lo concerniente a las evidencias, Matías ha despojado al emblema de sus vestiduras; en parte por abundancia, por insistencia, por lo tanto también por un probable y comprensible aburrimiento. Pero en parte -y en una parte más sustanciosa que se diría- por un inefable interés en pintar por pintar que supera nuestras expectativas.


En discusiones que he entrado se arguye si Matías gana o pierde en este nuevo recodo del camino. Yo advierto que se trata de una estrategia pendular inevitable: Algunos le aconsejarán que lo suyo trata de desnudar esa cocina pictórica, que las manchas cromáticas deben recuperar su territorio, antes velado, y ostentarse por encima del monigote, incluso que el monigote es sólo pretexto; otros añorarán la poética tan suya, la del sarcasmo de buen observador, que aquí anda tan diluída, tan a conciencia descafeinada. Y hay quién resuelve en un tono desenfadado que Matías, sencillamente, anda pasándoselo muy bien; pues los que no le han visto pintar se lo imaginan embarrando los áticos del lienzo a escobazos, y no andarán tan lejos.

En cuanto a su repertorio iconoclasta, se ha dicho y se ha escrito que él no busca a los personajes sino que los personajes le buscan a él, o que va dejando de lado el discurso para centrarse en pintar: y no me lo creo, del todo. Matías anda siempre ojo avizor y no se le escapa ni uno sólo de los personajuchos de la vida basurilla, del artisteo de mercachifles; lo mejor es que alguna vez se tomará una cerveza o se fumará unos cigarritos con ellos, que no se saben retratados en las postrimerías de Matías, que no se adivinan en el narigón o el rostro desfigurado. En otra perla cultivada, se leía hace tiempo en referencia a la pintura de Matías que los óleos muestran una serie de rufianes y meretrices que se deleitan en su lodazal, como felices gorrinos [2]. Y es verdad, hay un encharcamiento del que Matías no puede sacar los pies, plasmando cada dos por tres esa deleznable fotografía de grupo en la que de una u otra manera podemos llegar a sorprendernos a nosotros mismos, los que osamos decir cosas en voz alta con tal que se digan cosas, más buenas o más malas, de nosotros. Especialmente si tenemos en cuenta que estas exposiciones las ven casi solamente aquellos que rechinan por las esquinas de los lienzos de Matías, muy a pesar de los directores de centros de arte que se ufanan al contabilizar todas las visitas escolares como si de incursiones por motivación propia se tratara. Los críticos, los especuladores, los coleccionistas, los galeristas, los artistas de más o menos reconocimiento, un público de cierto perfil cultivado, y por supuesto los aduladores.

Otra cosa es que a Matías lo que le guste es pintar, eso se ve, pero ya podría ser ya un aburrido Pedro Calapez y no le ha dado por ahí. Y lo mejor es que Matías, en el futuro más cercano, haga lo que le dé la gana.


No obstante a todo lo desgajado, y como texturas y gestos pictóricos -tan variados y de tanta profundidad, y por qué no decirlo, de tan buen gusto- me subyugan en igual modo, me posiciono entre los aduladores. Además es oportuno confesar que me atrapó con ese autobús de los zurdos, un entrañable gabinete de cuadritos en los que está la orla de fin de curso de los grandes desafinadores, del joven Picasso a Jawlensky, que podrían ser los siniestros por oposición a los diestros que bien todo lo hacen (y a mí el que me gusta es un Kirchner que ha pintado como una calavera maravillosamente resuelta).

Lo de ser zurdo de religión -ya que lo de la mano que se use importa un gruño- tiene su aquél.





[1] D´ACOSTA, Sema. Por los siglos de los siglos... Matías Sánchez. Revista lafresa.org, núm. 00605, monográfico Inmortalidad, 2006.

[2] HINOJOSA, José. Matías Sánchez tiene un mal sueño. Revista lafresa.org, núm. 00701, monográfico La parada de los monstruos, 2007.



Fotografías de Pedro Alarcón por cortesía de Cacmálaga.



www.cacmalaga.org



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9 jul 2009

For the love of God (make your own)


Iartistlondon es la firma que desde hace muy poco nos permite la posibilidad de recrear en casa algunas de las fascinantes obras de arte que han convulsionado el mercado; entre otras cosas, nos proporciona un divertido set de calavera -imagino que de plástico- y unos 8600 diamantes falsos para tratar de emular, después de una paciencia encomiable, la fastuosa For the love of God, de Damien Hirst, por el precio nada desdeñable de unas cincuenta libras esterlinas. En su web podemos hacer acopio también de una tienda de campaña a lo Tracey Emin, unas plantillas para aerógrafo a lo Banksy o una bolsa para agua caliente y yeso para fabricarnos una escultura tipo Rachel Whiteread.

A mí, particularmente, me emocionaría un buen surtido de los desastres de la guerra de Goya, para pintarrajearlos y mejorarlos, como decían los Chapman.



Fotografía tomada de la web de iartistlondon.


www.iartistlondon.com



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3 jul 2009

popstar as a popcorn


Como pequeños rompimientos de gloria, sólo presagian cosas buenas