De la misma forma que el escritor comienza a escribir y no es consciente de su escritura hasta la primera revisión, Pedro Alarcón (Málaga, 1974) nos descubre en su primera exposición internacional, Pain, lo que viene siendo desde hace tiempo una prolífica red de significados en torno al amor, la vida y la muerte, iniciando un recorrido singular por el dolor y la superación.
Siguiendo la estela del trabajo iniciado con Sciatic pain -y la intervención de diversos espacios con stickers realizados en una suerte de celebración vitalista por la consecución de logros personales- Alarcón nos recibe con piezas íntimas, utilizando el papel y la tinta como únicos elementos y recurriendo al dibujo, variable fundamental en el conjunto de su obra, con precisión y cálculo, para tejer unas piezas que requieren de habilidad artesanal y gusto por los detalles. Morfologías ilusorias de calidades densas alejadas de la reproducción científica para crear nervaduras y vasos comunicantes que irrigan e irradian un placer silencioso e íntimo, y nos introducen en los encantos del misterio y lo esencial.
A través de las series expuestas, Exvotos, Great expectations (Grandes esperanzas), Pain stories (Historias de dolor), y Framed men (Hombres enmarcados), Alarcón nos invita a vivir una experiencia corporal y sensible, donde todos nos sentimos representados. Una sucesión de símbolos antiguos y resistentes que nos enfrentan a nuestros primitivos deseos y temores. Las turgencias frutales y carnosas de unos corazones que laten más fuerte de lo soportable, la exquisitez de unas flores que se resisten a morir disecadas y desafían poderosamente a la gravedad, el recorrido interno de una nervadura punzante y detenida en unas siglas maltratadas por el dolor, o la inconsistencia de un edificio en llamas. Todo es posible para rendir culto a un favor o gracia recibidos, para materializar una promesa en objeto.
Impregnado de la tradición popular de las ofrendas-exvotos que tapizan los muros de las sacristías andaluzas, pero alejado de su concepción propiamente religiosa, Alarcón utiliza esa iconografía para reproducir amores coleccionados, plasmar frustraciones pasadas o dejar la impronta de la superación de un objeto obsesivo, físico o emocional.
En un escenario inacabado y enriquecido con posibilidades futuras, plagado de recovecos, atajos y pasarelas, sus vestigios troquelados e invadidos de referencias literarias, cinematográficas, musicales y vivenciales, nos traducen sus inquietudes vitales y estéticas y nos llaman a participar de su particular universo pequeño y comedido. Eso nos lleva a imaginar un trabajo minucioso de tinteros, pinceles y elementos cortantes, que unas veces se disuelve sobre el papel como una paisaje fluido de líneas claras y espaciosas, y otras se obstina en vericuetos, incisiones laboriosas y caprichos insistentes, que nos dejan un regusto gozoso y tentador. Esperanzador, siempre.
Ana Robles
Febrero de 2009
Desde aquí mi agradecimiento a Ana Robles, que puso un exquisito cuidado en interpretar certeramente mi trabajo y presentarlo a los demás en un modo tan claro y exquisito.
3 comentarios:
No sabría hacerlo de otra forma...
Con trabajo tan de corazón ¿quién lo haría de otra manera?
Además, disfruté muchísimo explicando detallitos a todo el que me preguntaba...
;)
Muaaaaa
me encanta esta nueva organización...
la cabecera es preciosa!
Este diseño me gusta muchisimo, más fino y elegante, me parece más tú.
Besitos.
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