Exposición zombies, freaks, boys and another toys. Hasta el 28/01/06. Galeria Travesía Cuatro, Madrid.
Hay muchas expresiones posibles para el miedo. Sin embargo, por más sofisticada que sea en apariencia cualquiera de las actuales manifestaciones de la turbación del hombre, nada hay tan sutil y tan certero como retornar a nuestro miedo más profundo, el que muchos quizá hayamos experimentado revolviéndonos entre las sábanas, tiempo atrás; el miedo a una tiniebla innombrada, necesaria para el descanso pero terrible para el alma de un niño.
Puede que hayamos olvidado aquellas noches de difícil dormitar –algún fluido que se escapa, algún gemido ahogado, la inexplicable expansión de un mal pensamiento en principio sin forma-. No hay miedo superior al miedo de un niño.
El alma del adulto se curte tras cientos, miles de noches; otras futilidades adormecen los miedos verdaderos para dejar en nuestras sábanas sólo inquietudes absurdas. Y se nos dibuja ahora la posibilidad de recobrar –para revisitarlos con inevitable aprehensión- unos miedos antiguos, asentados tras maravillosos ratos de cine y libros. Entramos de nuevo en ellos (casi inadvertidos) protegidos por el aura blanca de la galería de arte –su pulcritud, su aparente orden, su música de buenos modales-, pero ante tanta verdad supurada hemos de ceder.
Y recordar la sangre -¿es la miel más dulce que la sangre?-, el llanto, el orín; libaciones todas del miedo sagrado ante el que todavía –sí, todavía- nos rendimos. Sólo la delicadeza en que han sido trazadas, hilos pinjantes dispuestos a estremecerse con cualquier hálito, puede limarlo.
El vrikolakas extiende su livianísimo manto de horror; el zombie promete encarnizados ataques a través de punzantes miradas con luz propia; el asesino impío, sin rostro reconocible, puebla angostos pasajes; el adolescente –temible e implacable, hoy hasta impune- con piel de peluche llama a nuestra puerta… Guillermo ha concedido demasiados espectros para ese miedo, a veces nos permite un breve remanso de tranquilidad o flores, pero ante mis ojos pesa más la turbación. Y agradezco haber regresado a ese miedo.
www.travesiacuatro.comPublicado originalmente en lafresa.org, 2006.
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