Exposición Offline. Elena Rendeiro, Galería Isabel Hurley, Málaga. 30/04/2009 - 13/06/2009
Recuerdo que hace dos años me puse por primera vez frente a una instalación de Elena Rendeiro en la correspondiente edición de generaciones de Cajamadrid, y que sin duda se irguió para mí como una de las pocas alternativas realmente significativas. Sin lugar a dudas, el uso reiterativo de un concretísimo objeto encontrado, el par de pantis, le confería ya entonces cierta singularidad y se conviertía por tanto en una de las piezas más que referenciadas, a veces por encima de los premios entregados entonces. Pocas veces encontramos en una instalación a partir de objetos vulgares tal preciosismo en la técnica y tal densidad de valores matéricos con un abanico amplísimo de juegos cromáticos y de texturas. Precisamente, uno de los logros de "A ras de piel" -la obra presentada a aquel certamen y reproducida en esta exposición de la Galería Isabel Hurley de Málaga- consiste en esa fabulosa combinatoria, que a pesar de partir de una evidente economía de medios -las transparentes medias femeninas tensadas sobre el muro con una simple grapadora industrial- consigue una variedad tonal que estimula profundamente nuestra atención.
Al margen de las consideraciones simbólicas a las que se suele recurrir cuando se habla de la obra de esta artista madrileña, sería interesante apelar por una vez a las manifiestas filiaciones estéticas del conjunto de su obra actual, tan elegantemente derivadas de la abstracción española de la posguerra. Mucho se ha escrito sobre el sello tan español de la pintura de aquellos grupos que se fundaron a la sombra del franquismo y con la ilusión colectiva de dar paso a un arte libre y luchar por el triunfo de la no figuración. Más allá del tópico, eso de "lo español", que podría rastrearse con buen olfato en Goya, Ribera o Velázquez, tiene que ver al mismo tiempo con un temperamento fogoso y sin embargo sobrio [1] que determinados creadores supieron imprimir al acabado de sus piezas. En mi opinión, Rendeiro contiene algo de la sustancia de los lienzos manipulados por Rafael Canogar y Manuel Millares, artistas que dieron algunos pasos más allá en lo que a concepción espacial de la pintura se refiere. Y por qué no, también un destilado de las transparencias veladas que, con sutiles tejidos metálicos, utilizaba Manuel Rivera. Sin duda hay más nombres, pero estos tres pertenecientes a la también madrileña generación congregada en torno al grupo El Paso (1957-1960) consiguen reunir una serie de características texturales y colorísticas que convierten el drapeado de lienzos y rejillas en casi otra forma de escultura aplicada a la superficie bidimensional.
Rendeiro, entre otras cosas, procesa ese dramatismo de tonalidades neutras y terrosas y resuelve aplicarlo mediante una coherente apuesta actual por los lenguajes de apariencia efímera, los significados comprometidos y la experiencia que supone la confrontación de varios medios expresivos a un tiempo. Aúna la tradición a la necesidad de desarrollar un código propio.
Es difícil ser multidisciplinar, atinar en todos los palos que se tocan y encima sostener una coherencia tan homogénea. Una de las facetas en las que se pone de manifiesto esa versatilidad es en la pintura, mediante lienzos abstractos con un particular protagonismo de la densidad, donde la superposición de planos elásticos semitransparentes aportan una aparente fragilidad a la robustez del gesto pictórico. O en la fotografía y el vídeo, que suelen reproducir escenarios construidos ex profeso o como parte del proceso documental de una performance, medios en los que el cuerpo femenino acaba de completar todo el discurso. El nylon como material recurrente y persistente es la piel delicada sobre la que se produce tanto el dolor como el placer:
Me interesa la relación que existe entre el dolor y el placer como medio para responder a preguntas sobre la realidad última del yo y el cuerpo, que chocan con el esceptícismo y los límites de la razón (Elena Rendeiro).
[1] Maderuelo, Javier. Catálogo del Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March), de Cuenca.
Fotografías de Pedro Alarcón por cortesía de Galería Isabel Hurley
www.isabelhurley.com
Al margen de las consideraciones simbólicas a las que se suele recurrir cuando se habla de la obra de esta artista madrileña, sería interesante apelar por una vez a las manifiestas filiaciones estéticas del conjunto de su obra actual, tan elegantemente derivadas de la abstracción española de la posguerra. Mucho se ha escrito sobre el sello tan español de la pintura de aquellos grupos que se fundaron a la sombra del franquismo y con la ilusión colectiva de dar paso a un arte libre y luchar por el triunfo de la no figuración. Más allá del tópico, eso de "lo español", que podría rastrearse con buen olfato en Goya, Ribera o Velázquez, tiene que ver al mismo tiempo con un temperamento fogoso y sin embargo sobrio [1] que determinados creadores supieron imprimir al acabado de sus piezas. En mi opinión, Rendeiro contiene algo de la sustancia de los lienzos manipulados por Rafael Canogar y Manuel Millares, artistas que dieron algunos pasos más allá en lo que a concepción espacial de la pintura se refiere. Y por qué no, también un destilado de las transparencias veladas que, con sutiles tejidos metálicos, utilizaba Manuel Rivera. Sin duda hay más nombres, pero estos tres pertenecientes a la también madrileña generación congregada en torno al grupo El Paso (1957-1960) consiguen reunir una serie de características texturales y colorísticas que convierten el drapeado de lienzos y rejillas en casi otra forma de escultura aplicada a la superficie bidimensional.
Rendeiro, entre otras cosas, procesa ese dramatismo de tonalidades neutras y terrosas y resuelve aplicarlo mediante una coherente apuesta actual por los lenguajes de apariencia efímera, los significados comprometidos y la experiencia que supone la confrontación de varios medios expresivos a un tiempo. Aúna la tradición a la necesidad de desarrollar un código propio.
Es difícil ser multidisciplinar, atinar en todos los palos que se tocan y encima sostener una coherencia tan homogénea. Una de las facetas en las que se pone de manifiesto esa versatilidad es en la pintura, mediante lienzos abstractos con un particular protagonismo de la densidad, donde la superposición de planos elásticos semitransparentes aportan una aparente fragilidad a la robustez del gesto pictórico. O en la fotografía y el vídeo, que suelen reproducir escenarios construidos ex profeso o como parte del proceso documental de una performance, medios en los que el cuerpo femenino acaba de completar todo el discurso. El nylon como material recurrente y persistente es la piel delicada sobre la que se produce tanto el dolor como el placer:
Me interesa la relación que existe entre el dolor y el placer como medio para responder a preguntas sobre la realidad última del yo y el cuerpo, que chocan con el esceptícismo y los límites de la razón (Elena Rendeiro).
[1] Maderuelo, Javier. Catálogo del Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March), de Cuenca.
Fotografías de Pedro Alarcón por cortesía de Galería Isabel Hurley
www.isabelhurley.com
1 comentario:
Yo tb ví esa obra en La Casa Encendida....y nunca la olvidé, tenía algo que decía mucho con poco... y pensé hay que seguirle la pista...........me gusta venir por aquí.
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