Exposición: Wim Delvoye. Torre. Peggy Guggenheim Collection, Venecia. Hasta el 22/11/2009.
Si Adolf Loos levantara la cabeza, repetiría su enérgica sentencia: El ornamento es excremento. Recordemos que el eminente arquitecto austríaco y nacionalizado checoslovaco preconizaba una ruptura absoluta con los historicismos y proponía una modernidad en la que necesariamente se pasaba por la desornamentación, tal y como aseveraba en Ornamento y Delito (1908). Y llega Wim Delvoye a poner la guinda en la ciudad más excesiva del mundo, la Serenissima, una fantasía construida sobre ciento veinte islas y decorada al extremo. A Venecia, si algo le hace poca falta, es un poco más de gótico. Y allí se yergue, a la ribera del Gran Canal, esta torre fastuosa de diez metros de altura.
A Wim Delvoye se le conoce por chirriar ruidosamente en las ferias de arte y protagonizar más de un corte informativo, como les pasa en general a los gamberros tal que Banksy, Jeff Koons o Damien Hirst. Antes de que todo el mundo apreciara el televisado de sus cerdos tatuados, yo había tenido la oportunidad de ver algunos de sus Gothic Works en un par de ediciones de ARCO, como la hormigonera de cemento. Y conocía las impresionantes Caterpillars, obras todas en las que el ornamento sin duda obtiene el beneplácito para extenderse por toda superficie. Y a raíz de visitar esta instalación en el Museo de Peggy Guggenheim en Venecia y olfatear algo de su bibliografía en la librería me he sorprendido de nuevo boquiabierto con los Anal Kisses -literalmente, besos anales estampados con carmín en servilletas y folios con membrete- o el extenso catálogo de sus Early works -ya que Delvoye ha editado la colección de sus dibujos infantiles entre 1968 y 1971-. De manera que instalar una torre gótico flamígero en la terraza del Palazzo Venier dei Leoni parece un acto de extrema delicadeza.
A Wim Delvoye se le conoce por chirriar ruidosamente en las ferias de arte y protagonizar más de un corte informativo, como les pasa en general a los gamberros tal que Banksy, Jeff Koons o Damien Hirst. Antes de que todo el mundo apreciara el televisado de sus cerdos tatuados, yo había tenido la oportunidad de ver algunos de sus Gothic Works en un par de ediciones de ARCO, como la hormigonera de cemento. Y conocía las impresionantes Caterpillars, obras todas en las que el ornamento sin duda obtiene el beneplácito para extenderse por toda superficie. Y a raíz de visitar esta instalación en el Museo de Peggy Guggenheim en Venecia y olfatear algo de su bibliografía en la librería me he sorprendido de nuevo boquiabierto con los Anal Kisses -literalmente, besos anales estampados con carmín en servilletas y folios con membrete- o el extenso catálogo de sus Early works -ya que Delvoye ha editado la colección de sus dibujos infantiles entre 1968 y 1971-. De manera que instalar una torre gótico flamígero en la terraza del Palazzo Venier dei Leoni parece un acto de extrema delicadeza.
La estructura, que a los que hemos recorrido las tripas de la torre Eiffel nos retrotrae a los años de aquella nueva arquitectura del hierro, está soldada a partir de pequeñas piezas de acero cortado a láser y posee un acertadísimo acabado en óxido que hace más veraz su impronta. Está claro que Delvoye trabaja con prototipos informáticos, demostrando grandes habilidades como ingeniero del pasado. Esta línea de trabajo se manifiesta como recurrente desde 1990, cuando lleva a cabo su primera hormigonera ornada de motivos neobarrocos, y se plantea en solución de continuidad hasta el gran trailer que presentó en Art Basel 2007 o las torres previstas para Basel y Moscú. Como en la inquietud de aquellos pintores flamencos, Delvoye surca la intención de una arquitectura imposible, algo que ya apenas podemos vislumbrar en alguna que otra procesión del Corpus Christi, y que para el público de Arte Contemporáneo no es sino una divertida excentricidad.
Fotografías de Pedro Alarcón por cortesía de Peggy Guggenheim Collection.
www.wimdelvoye.be
www.guggenheim-venice.it
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2 comentarios:
muy bueno
qué estupendo ese momento, verdad???
Creo que tardaré océanos de amor en olvidarlo...
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