15 feb 2011

óleo







Hoy hago una pausa, voluntaria e involuntaria al mismo tiempo. Llevo apenas menos de dos meses recuperando la lentitud antigua, la que se encontraba absolutamente lejos de photoshop, tabletas wacom y dibujo vectorial con freehand; absolutamente lejos de los secativos rápidos del acrílico; absolutamente lejos de la inmediatez de la fotografía digital. Pues lo primero que cayó en mis manos fueron unos lápices y, enseguida, unos pinceles y unas pastillas de acuarela, unos tubos como de pasta de diente, pero pequeños, que se podían estrujar, con colores al óleo. Aceite de linaza con un olor intenso, casi hiriente para los que me rodeaban. Estoy en ello, me encuentro otra vez en el óleo, y es emocionante. Lienzos pequeños, a pesar de que dispongo de más espacio que nunca, por alguna razón intima que me ha acompañado siempre. Y en una grisalla que no acierto a explicar.

Y necesitaba hacer esta breve parada, antes de ir a que me revuelvan las tripas los próximos cinco días en las ferias de ganado, donde sólo soy un traseúnte, un merodeador con ganas de llevarse alguna que otra cosa y sin poder llevarse nada por mor de las trampas. Todavía no he cogido el tren, y aun excitado por llegar al espectáculo casi carnavalesco de la feria, ya quiero volver y retomar los pinceles.












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1 comentario:

Federico Gómez dijo...

Sin duda alguna, lo mejor es retomar los pinceles; que te sea leve en las ferias y que no salgas muy mosqueado.
Salud