3 mar 2011

Nevus






Me han dicho hasta la saciedad eso de "hombre alunarado, hombre afortunado", por aquello de los muchísimos lunares que tengo esparcidos por todo mi cuerpo, hasta en la palma de la mano. En el último reconocimiento médico de empresa, la doctora me advirtió que no me alertase cuando viera por escrito la palabra "Nevus", al parecer una denominación más técnica para aquello que siempre estuvo ahí. Pensé en todo esto cuando ví de cerca el trabajo de María Domínguez Campelo en JustMad 2011.

Porque esta artista, en su Proyecto Tesis European Design Labs, dirigido por Jaime Hayón, denominado De Humani Corporis Fabrica, ha realizado un mapa de su propio cuerpo en el que, por supuesto, ha dejado constancia de todos y cada uno de los lunares de su epidermis; claro está, entre otras minuciosidades del estilo. No quiero ni pensar cuánto me costaría clasificar de un modo taxonómico y ordenado la barbaridad de puntitos de melanina que se arraciman surcando alegremente mi piel. Pero María Domínguez no tiene "nevus". Y traza constelaciones para un zodíaco nuevo, personal e intransferible, en un acto de generosidad inenarrable.




Pero mentiría si adujera que todo el argumento anterior fue lo que me sedujo de la obra de María. Fueron más bien unos prototipos en cerámica que se mostraban en el íntimo y sencillo espacio del stand en la feria -apiñados en los anaqueles de un viejo mueble, o bajo fanales de cristal antiguos, o atados con cintas de raso-, resultantes del vaciado o de un moldeado en base a determinadas zonas protuberantes o entrantes de su anatomía. Las mencionadas piezas funcionan por sí solas, como bosquejo de esculturas, con el relato íntimo de que han pertenecido al propio ser del artista que entrega una parte de su esencia, dejando por tanto un rastro visible. En ese punto roza el concepto de reliquia, tan atractivo tanto en tiempos pretéritos como en tiempos modernos, ya que nos posiciona ante objetos que son así dotados de una leve esencia taumatúrgica posiblemente creciente en el tiempo en tanto que creciente la proyección del artista (como los objetos que pertenecieron a los santos, tanto más milagrosos cuanto mayor es la devoción y más intensa la peregrinación).



María ha elaborado, a partir de esas bellísimas piezas, unas cuantas joyas en plata de ley que son el trasunto de la identidad. Desde el colgante elaborado a partir del vaciado del hueco de su mano cerrada en un puño hasta la consecución de su clavícula como elegantísimo pectoral. El traslado literal de la morfología y topografía propia (en este caso de la artista) a la de otra persona receptora (quien llevará la joya finalmente) me parece un acto generoso, una donación. Queda muy lejos del exhibicionismo, muy a pesar de que el desnudo queda desgranado para todos. Y es sin embargo una entrega sin ambages.













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