10 dic 2008

invéntame un país


(invente-moi un pays, 2005. 58 minutos. Dirigida por Catalina Villar)

Hoy he tenido la ocasión, gracias a la Alianza Francesa y con motivo de la celebración del 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, de ver un elocuente documental acerca de la situación de cientos de niños inmigrantes y refugiados en Francia. El pretexto del film consistía en el planteamiento de un ejercicio productivo a los niños de un centro de acogida, más concretamente el rodaje de una película -en la que los niños serían a un tiempo guionistas y actores- en la que, de forma natural, los niños acabarían por plasmar sus propias vivencias casi sin ser conscientes de ello. Tratando de narrar el éxodo de unos niños desde su originario "país de los árboles", los niños guionistas se ven abocados a definir ciertos conceptos como "bandera", "himno nacional", "ley", "frontera" e incluso a sumergirse en aspectos culturales tan delicados como la religión.

Un niño de apenas diez años definía la bandera de un país como "algo para defenderse" (y luego exponía el ejemplo de como los dirigentes hacen suyos los territorios con sólo hincar una banderola); al tiempo, otro niño de edad cercana explicaba cómo el himno nacional es algo que siempre habla de la guerra (recordaba la marsellesa, pero también el himno de Argelia). En definitiva, la mayoría de los términos nacionales expresaban de un modo u otro la separación y la diferencia, si bien estos niños no apreciaban un matiz perjudicial en esto, ya que asumen con naturalidad esos sistemas preestablecidos.

Nunca me han gustado las banderas, en su sentido ultimo quiero decir, por aquello de que reafirman las individualidades y los sentimientos nacionales en detrimento de nuestra noción de un mundo para todos.


Luego he tenido un fogonazo, y he recordado la expo que días atrás mostraba la obra pictórica última de Nico Munuera (un emergente gracias a los premios generaciones de cajamadrid), en la galería Max Estrella de Madrid [www.maxestrella.com]. Bajo el título de No Flags, Munuera empieza a renunciar a la pintura horizontal por la que era reconocido, aunque se mantiene en ese aura de pintura autónoma y autorreferente, deleitándose en una abstracción diáfana. Los espectadores pueden preguntarse ¿es la bandera de Alemania, o la de Italia, o la de Francia? A pesar de que es sólo pintura.

Para esos niños una bandera debía ser apenas un dibujo con colores distribuidos en bandas o campos geométricos. Pero han vivido en sus carnes que una bandera significa otra cosa y probablemente les separa del resto del mundo.

2 comentarios:

ANA dijo...

qué razón tienes con el tema de las banderas; a mí también me llama mucho la atención, cómo algo tan "cromático" puede ser objeto de disputa o imposición. No me gustan las banderas; además, no recuerdo ningún país que tenga entre sus insignias el color magenta ¿no?

Evita dijo...

Me teníais oculto este submundo que estáis creando!!!!!!! Pero os he encontrado!!!!!!!

Es q yo soy asi no me voy ni con agua caliente.

Me encanta tu blog, ah y guardaré el secreto.

Mil besos.