5 may 2009

¿Has jugado al Critical Pursuit?


Tras varias horas de animado cotorreo, en algunos ágapes nocturnos se da la circunstancia de que la conversación se queda sostenida en un punto etéreo -todos se encienden el cigarro al mismo tiempo, todos se preparan el gintonic al unísono o todos miran a la vez la bandeja de entrada de su móvil por si recibieron un Sms en los últimos minutos-. Se saca pues a colación eso tan horrible de "ha pasado un ángel" y quizá se rescata un monólogo desde un punto ignoto de aquello de lo que alguien hablaba -alguna peripecia de su ya lejano viaje a China o alguna descripción pormenorizada de algún sarao al que se asistió-; en lo más profundo de la sinrazón, alguien trata de resetear la velada proponiendo cosas insípidas como buscar estulticias en youtube, y las parejas se miran con ojos de borrego adivinando a qué hora harán mutis por el foro.


Para todos esos casos recomiendo el Critical Pursuit, un juego de mesa improvisable para el que sólo se necesita que los comensales tengan en sus bolsillos uno o dos objetos de los que puedan desprenderse durante unos minutos, y un poco de cálida verborrea; la ingesta previa de vino o la enquina que se sienta hacia alguno de los participantes pueden aderezar el encuentro lúdico propiciando situaciones paradójicas inéditas. Como no ha sido una ocurrencia mía, contaré primero a quién pertenece el mérito.

Fue en la exposición de Madelon Vriesendorp (ver más) que nos topamos con una particular instalación; en ella las esculturas estaban realizadas en un material más que ligero, una especie de papel maché polícromo, de manera que sólo el aspecto ya invitaba a manipular los objetos y al menos alzarlos unos milímetros del suelo (en eso Anita es única; todo lo que ve lo palpusea, da lo mismo que se trate de un yeso nazarí de hace unos siglos como de su último sweater). La sala estaba recubierta de una suerte de tapete plástico que hacía de pedestal para las esculturas y al mismo tiempo se convertía en zona de tránsito toda vez que uno de los dibujos de la artista estaba colgado al otro lado.

Finalmente descubro que se trata de un juego al advertir que las instrucciones se hayan sobre la pared:


Cada uno de los jugadores, por turnos, debe elegir las figuras que utilizará; luego las situará según su parecer en el tablero de juego (en el que tienen vital importancia un tabique, una puerta y hasta la incidencia de la luz) en el orden que considere oportuno, dejando si así lo estima algunas figuras fuera del tapete. A continuación, el jugador sentado a su derecha (o a su izquierda, para el caso da igual) observará y analizará rigurosamente la instalación llevada a cabo y tratará de exponer a los presentes el sentido profundo que conllevan las figuras dispuestas de esa y no otra manera. Se puede echar mano al método freudiano, a interpretaciones paranoico-críticas, al sentido común, a la mala leche y a todo el bagaje que se arrastre tras de sí. Suelen sacarse a colación aspectos vitales que conocemos y pertenecían al mundo de los secretos, algún trapo mal lavado y hasta falsedades que pueden tener toda la gracia llegado el momento.


Al final de los turnos se vota por el psicoanálisis más completo o la crítica más desgarradora, y si alguien se niega a ser psicoanalizado puede ser obligado a fregotear los platos o cosas por el estilo. No tiene por qué haber ganadores, no existe una meta definida: Más bien el proceso del juego y tratar de superar las críticas anteriores se constituyen como objeto.


Existe una versión de andar por casa para los que no dispongan de esas esculturas de tamaño incómodo: Los jugadores extraen un par de objetos de su haber y los definen brevemente; un pliego de papel debidamente doblado hará las veces de pared, y un salvamantel mediano se convierte en un plisplás en el tablero de juego... no está mal documentar el proceso con fotografías, queda así el documento para el recuerdo, algo así como una carta astral improvisada. La Vriesendorp estaba tan enganchada a este juego que tomaba anotaciones dibujísticas en sus cuadernos captando la instalación final de todos de sus amigos cada vez que se reunían para tan refinado entretenimiento.



Fotografías tomadas en la exposición Paintings, postcards, objects, games [Pinturas, postales, objetos, juegos]. The world of [El mundo de] Madelon Vriesendorp. 1967-today [hoy]. Del 16/01/2009 al 22/03/2009. Kunsthalle, Basel, Suiza.


Fotografías tomadas de la web de la artista

http://www.madelonvriesendorp.com.



Otros textos sobre Madelon Vriesendorp en este blog:

Madelon Vriesendorp, Gabinete de Curiosidades.

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