3 oct 2011

please, SATISFY ME


Cada vez que visito el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga lo hago con ilusión, y al mismo tiempo con una especie de responsabilidad exigente. Al fin y al cabo, nuestros gobernantes locales son sus gestores y a ello dedican cuantiosas partidas. Es por esto que el título de esta instalación de Monica Bonvicini viene como anillo al dedo; se planta delante de uno, haciendo que te veas reflejado en la superficie impoluta del acero, preguntándote si esta gestión de la cultura en la ciudad satisface tus expectativas. El centro de arte regala una hoja de sala con un texto verborreico, ahíto de circunloquios que sirven de relleno y de justificación -suele ocurrir cuando se presenta algo inconsistente o de escaso contenido-. Y en ella encuentro las claves de mi descontento.


No me malentiendan. Puedo congeniar con el arte conceptual más desnudo si hay chicha, por frívolo y chic, por desproporcionado, que pueda parecer en primera instancia. Pero no basta con sentencias del tipo "es arte conceptual, y el arte conceptual es así" -como diría una vieja amiga-; ya me ocurrió con Liam Gillick y su McNamara Motel, donde nos despanzurramos de risa viendo en qué se invierten las partidas de cultura -se nos pongan los curatas como se pongan-. El distanciamiento es frecuente en este tipo de arte que depende absolutamente de la capacidad de las palabras para subyugarnos. Al fin y al cabo, el proyecto nada más se redacta y se encarga la ejecución de la tipografía a una buena empresa de rotulación. Sobre todo esto coincido bastante con Avelina Lésper, que tiene abierto un encarnizado frente contra este arte "inclasificable" -ella por su parte se indigna con Lawrence Weiner, también expuesto en el Cacmálaga, y que también me dejó frío en su momento-.

En el caso que nos ocupa no me irrita tanto la obra de arte como su decepcionante puesta en valor. La pieza, un rótulo de generosas proporciones (casi 18 metros de largo) con las palabras SATISFY ME cortadas en acero y montadas sobre un andamio, fue concebida como intervención site-specific, con el riesgo y la dependencia que ello condiciona. En su momento las sugerentes palabras fueron instaladas a las afueras de Herne, una ciudad Alemana en la región del Rhur, sobre un antiguo vertedero ahora recubierto de hierba. El aspecto que mostraban allí, a la interperie, era el de un gracioso chascarrillo que remeda el fabuloso letrero de la colina de Los Ángeles. Se supone que al reflejar -con ese acero tan limpio que acaba por ser espejo de cuanto le rodea- el entorno, lo pone en cuestión. Cosas estas del Arte Contemporáneo al que a veces se le achaca mucho más poder del que posee.

La pieza "Satisfy me" en su ubicación original.

Sacadas de contexto, estas tipografías de acero reflejan un puñado de paredes blancas. Aunque según la entretenida hoja de sala, "al presentarse en el interior del CAC Málaga, Satisfy Me abre la puerta a una red de narrativas estructuradas en torno a la historia del museo -en su inicio fue un mercado- y de la economía cultural que genera a través de la selección de exposiciones. Aunque el horizonte físico de reflexión está aquí determinado por la arquitectura del edificio, se trata más de reflejar la estructura del museo: su programa, sus aspiraciones, sus ambiciones, el público que lo frecuenta, los vigilantes... planteando cuestiones sobre la dirección del arte contemporáneo a través del reflejo de sus mecanismos interiores". Un poquito con calzador, ¿no?

Traer a Mónica Bonvicini a Málaga debía haber supuesto la instalación de estas palabrotas de videoclip en uno de esos montes recién incendiados a mala leche durante el verano. En esos terrenos forestales que  abrazan la ciudad y que pueden ser recalificados como urbanizables en cuanto nos descuidemos; pero claro, para eso no hay la supuesta valentía de avanzadilla que se le presupone a los abanderados de la cultura moderna. Porque es todo un poco de mentirijillas, porque meter estas palabrotas de videoclip en un salón blanco recién pintado es mucho más burgués y no molesta a nadie. Y se pueden hacer fotos con la artista y sonreír. Satisfacedme vosotros a mí. Bah.




Fotografías en sala por Pedro Alarcón y cortesía de CAC Málaga. Aquí pueden ver más.

No me gustaría dejar de recomendar completa la hoja de sala de la expo, descargable aquí.

Para todos los que se hayan indignado un poquito con Monica Bonvicini, Liam Gillick o Lawrence Weiner; con todo el cariño, lean a Avelina Lésper

Aprovecho para dejarles caer lo que me parece otra patochada: El "NO" Global Tour de Santiago Sierra. 


¡Se me olvidaba! No se pierdan la web de la artista... No tiene desperdicio. :P




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2 comentarios:

ANA dijo...

A mí tampoco me gusta q me tomen el pelo

Tunomandas dijo...

La interpretación que le dan a la obra, que la sitúan en el cada vez más anodino espacio central, es directamente una tomadura de pelo. La obra pierde toda su gracia cuando podría ser atrayente, impactante, incluso incómoda. No hay que irse muy lejos, con sacarla al exterior del edificio para que reflejara la imagen de ese río putrefacto, que tan bien refleja esta ciudad de planes y proyectos inverosímiles les habría bastado.